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Entre caníbales... de la televisión

  • por Nicolás Nicolli
  • 23 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

El martes de la semana pasada, por la pantalla de Telefe, se emitió el último capítulo de una de las propuestas más ambiciosas de este 2015 en la TV argentina. Me refiero a "Entre caníbales", la telenovela que quería destacarse del resto de la monótona oferta televisiva en los canales nacionales. ¿Destacarse? Claro, es que reunir al ganador de un premio Oscar, con la siempre efectiva Natalia Oreiro y temas que nuestra sociedad denuncia a diario (como la corrupción política), era perfecto para que funcionara, porque siempre rinde aprovecharse de un problema que aqueja a la gente, ¿cierto? Bueno, este no fue el caso.


Vamos a donde todo empezó. Las expectativas del producto superaban el propio ego que Telefe siempre impone en sus producciones. Y eso ya dice mucho. El tono oscuro, la historia de vida del personaje de Oreiro (sufrió un abuso sexual), la presencia del -¿gran referente del cine nacional?- Juan José Campanella detrás del proyecto... Así pasaban una y otra vez las promociones que el canal forzaba a ver al espectador en cada espacio publicitario. ¡Incluso hasta con música de Gustavo Cerati!


Hasta acá, nos hacían creer que estábamos frente a una especie de cine para televisión. Los actores visitaban cada programa de la señal resaltando la grandilocuencia del proyecto y, para remarcar lo que dije recién, Joaquín Furriel mencionaba que aumentó de peso para encarnar su comprometido papel, al mejor estilo hollywoodense.


No soy creyente de las cifras del rating, ya que solo miden un insignificante espectro de espectadores. Sin dudas, el llamado "minuto a minuto" ha arruinado el verdadero espíritu televisivo. Si bien el rating manda para definir el destino de las sagradas publicidades que llenan de dinero a los canales, parece que ya no importa el esfuerzo y trabajo que demanda una producción local. Pero lo que sucede aquí, es que no puede defenderse algo que nunca luchó por salir a flote, sino por hundirse cada vez más.


Se supone que se trata de "conquistar" a todo el público. Pero, ¿qué pasa cuando no lo lográs? Bueno, Campanella encontró como supuesto parche al fracaso concentrarse exclusivamente en esas personas que disfrutaban "Entre caníbales". Para ello, se separó de la masa de espectadores y formó un restringido club de fans más cool. Día tras día, su cuenta de Twitter era utilizada como vía de expresión para defender su “excelente” creación, criticando a todo aquel que no coincidía con él. Cada retuit suyo avalaba todas las cualidades que una y otra vez nos vendieron desde el principio. Cada vez que una noticia "ensuciaba" la telenovela, él salía duramente a defender su producto. Eso sí: nunca habló de la estrategia montada de romance mediático entre Oreiro y Vicuña, que tanta atención farandulera generó. Y "Entre caníbales" nunca pudo repuntar entre el público.


Así terminó. Ni la alianza latinoamericana con un coloso del cable como Fox la salvó. Olvidada y marginada en la grilla de programación. ¿Y qué decían desde la producción ante la baja audiencia en televisión? Sí, adivinaste. No faltó la típica justificación de que, debido a que su público era cool, el programa era visto por internet, siguiendo las últimas tendencias tecnológicas. Para reforzar esto, es curioso que el día martes, mientras se veía el último episodio en TV, una televidente le tuiteó al director de “El secreto de sus ojos” que en su vida solo había seguido tres series: "Dr. House", la tan de moda "Breaking Bad" y "Entre caníbales". Cool.


"Entre caníbales" era un producto interesante, algo que hacía mucho no se veía en la televisión argentina. Un buen equipo autoral, una gran producción, un compromiso por parte de los actores por reflejar cada dolor, emoción y sentimiento en el más mínimo gesto, un cuidado especial por cada plano y detalle... y un jugoso presupuesto. Pero esta vez, guste o no, la gente le dijo "no".


11 de la noche, llegar a casa después de un día arduo de trabajo y/o estudio. Quizá era difícil meterse en una historia que mostraba parte de realidades cercanas y cotidianas de las que se desea "escapar" por un rato. Por eso todo quedó ahí, el entretenimiento masivo devoró al que no pudo moldearse a las formas tan retorcidas y variables de la televisión. Con la nociva invasión de latas extranjeras, a veces desearíamos que todos fuéramos de ese mundo cool. Lástima que cuando lo tenemos, no lo vemos.

 
 
 

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