Crítica de cine: "El espejo de los otros"
- por Nicolás Nicolli
- 6 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Fecha de estreno: 03/09/15. Origen: Argentina. Dirección y guión: Marcos Carnevale. Producción: Marcos Carnevale y Diego Dubcovsky. Protagonistas: Graciela Borges, Pepe Cibrián, Norma Aleandro, Leticia Brédice, Julieta Díaz, Luis Machín, Oscar Martínez. Duración: 119 minutos. Distribución: Disney/Buena Vista. Apta para mayores de 13 años con reservas.
5/10
La nueva película de Marcos Carnevale nos introduce en un restaurante exclusivo –y casi secreto- de Buenos Aires. Se trata de “El Cenáculo”, una especie de catedral gótica abandonada en el corazón de la ciudad, cuyos dueños son Iris (Graciela Borges) y Benito (el debut en cine de Pepe Cibrián), dos hermanos con personalidades muy particulares. A través de las cámaras del lugar, ambos disfrutan cada pareja y familia que acude a ese espacio íntimo, donde varios sentimientos y secretos salen a la luz en una última cena (por si no queda claro con los vitrales de la iglesia). Claro, el papel de los dos protagonistas es hilvanar cada encuentro y relato, incluso llegando a comparaciones inevitables con la intensa “Relatos salvajes” (2014, Damián Szifrón).
El ambiente se nos presenta totalmente íntimo con un templo derruido, donde solo una mesa y el acompañamiento brillante de una banda de jazz pone al descubierto todas las emociones de los “afortunados” que llegan al lugar en busca de redención personal. Así, cuatro historias van jugando con la comedia, el melodrama y hasta pequeñas dosis de humor negro, interesante heterogeneidad que el director no logra manejar con éxito aquí. Carnevale parece estar más preocupado por montar su mensaje y moraleja que en brindar un espectáculo narrativo redondo, sin fisuras, un error que ya cometió en el desenlace de su anterior comedia “Corazón de león” (2013).
¿Por qué? Vayamos al inicio: la primera “cena” es la más floja de todas, basándose en meros insultos del lunfardo argentino vistos uno y otra vez en televisión para generar algunas esporádicas risas en aquellos espectadores que acudieron al cine creyendo que se trataba de una simple comedia. La química entre Luis Machín y Mauricio Dayub y la típica locura de los personajes de Favio Posca, logran salvar el inicio frío del film. Es que estamos hablando de un elenco coral del que podríamos hablar horas de sus facetas prolíficas como actores pero que aquí solo ayudan a levantar la lenta narrativa de la obra de Carnevale.
Mientras los tediosos 120 minutos de duración van avanzando, Julieta Díaz aparece para brindarle algo de frescura a la película, en medio del limbo imaginario entre la vida y la muerte de un hombre viudo (un emocionante Oscar Martínez). En la tercera cena, irrumpen en el cenáculo una desatada Leticia Brédice y un Alfredo Casero feliz en su “salsa”, destapando parte de un drama muy común en los matrimonios actuales. Es aquí cuando los errores en la dirección artística de la cinta empiezan a notarse más, hasta con helicóptero incluido (los que la hayan visto, me entenderán). La mejor historia del film llega al final, con un trío de actrices notables como son Ana María Picchio, Norma Aleandro y Marilina Ross. El amor lésbico es puesto en prueba en una verdadera última cena, aunque con un desenlace bastante tibio.
¿Y con Borges y Cibrián qué hacemos? Como si las historias no fueran lo suficientemente claras, tenemos a ellos explicando los detalles que el espectador promedio no pudo entender, rematando cada comentario con alguna moraleja a las apuradas sobre el significado de la vida y la muerte, los miedos, el paso del tiempo y un largo etcétera similar. Todo esto se resume en un innecesario epílogo entre los hermanos, con falsa venganza de por medio. El título de la película se explica en palabras conocidas del escritor Jorge Luis Borges, ni siquiera dichas por los dos protagonistas. De ahí entendemos que sus intervenciones son irrelevantes y solo sirven para fortalecer el, a veces, engañoso aparato de marketing del que la filmografía nacional se vale para estrenarse en pantalla grande.
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